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De pie

Extendí la mano y agarré mi bolso, arrebatándoselo a Noah con más fuerza de la que había planeado.

—Gracias. Que tengas un buen viaje —le dije a Noah con una sonrisa débil, y luego le cerré la puerta en la cara.

—¡Rebecca! —mi madre exclamó horrorizada—. ¡Por favor, dime que no pasaste la noche co...