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Capítulo noventa: El tratado de la manada

Entramos en la oficina de la abuela y ella me da un abrazo. —Primero, me alegra verte, nieta.

Me sonrojo. —Me estoy acostumbrando a eso.

La abuela se ríe. —Sí, él debería haberte contado los detalles primero, ya que no eres una loba ni una cambiaformas.

Sam murmura. —No es como si hubiera tenido ...