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Capítulo 5

Elena

Después de desayunar en el pueblo con Gemma, preparé mi cita para esta tarde. Tras confirmar que todo iba según lo planeado, me arreglé y, honestamente, nunca había tardado tanto en elegir un atuendo. Normalmente no me importa lo que piensen los demás, pero esta vez quería hacer una entrada impactante, como un gran dedo medio en la cara. Así que con pantalones de cintura alta y pierna ancha, un body blanco sin mangas y sandalias de tacón alto, hice mi entrada en las oficinas de la fábrica, atrayendo las miradas de todos los que trabajan allí. Sé que algunos me reconocieron porque viven en la manada. La fábrica es una planta de procesamiento de carne, todos los empleados son hombres lobo, cazan, cortan y empaquetan la carne para enviarla por todo el país. Es la mayor fuente de ingresos para la manada y hasta hoy siempre ha sido dirigida por el Alfa de la manada o uno de sus familiares, pero los negocios son negocios y hasta los hombres lobo respetan la ley estadounidense.

El abogado de la planta me saluda en el pasillo fuera de la sala de reuniones.

—Señorita Romano, hice lo que me pidió y no dije nada. Están esperando ver a Matthew Callahan.

—Muchas gracias. Podemos ir si todo está en orden.

Él me precede y abre la puerta, cuando la cruzo, me encuentro con tres alfas con la boca abierta. La mandíbula de Caleb está tan apretada que no me sorprendería si sus dientes se rompieran. Finn se recuesta en el respaldo de su silla, luciendo divertido.

—Bueno, parece que el señor Matthew Callahan no existe —me dice levantando una ceja.

—Oh, sí existe, está en Nueva York —respondo mientras me siento en mi silla.

—El señor Callahan es el abogado de la señorita Romano, él había hecho una solicitud específica de que su nombre no apareciera en ningún lado.

—¡¿Qué carajo?! —grita Caleb entre dientes mientras golpea la mesa con el puño.

—Soy la nueva accionista mayoritaria de esta empresa, mi firma es requerida en todas las decisiones importantes.

El abogado carraspea. —La señorita Romano es la última tomadora de decisiones en todas las decisiones estratégicas de la empresa. —Hace una pausa y me mira—. ¿Le gustaría que participara en el resto de la reunión?

—No, gracias, no lo necesitaremos.

Relaja los hombros, obviamente aliviado de no tener que quedarse en la sala. Se va apresuradamente después de desearnos una buena tarde.

Tan pronto como la puerta se cierra, me encuentro con la mirada de Caleb y él me fulmina con la mirada.

—Te lo advierto, ni se te ocurra pisarnos los talones. Sabes muy bien lo que este negocio significa para nosotros.

—¿O si no qué? —le devuelvo la mirada, cruzando los brazos.

—Mierda —murmura Finn y lo veo con la mano en la entrepierna. Lo miro sorprendida.

—¿En serio? —le dice Caleb molesto, dándole una palmada en el brazo.

Finn

Se encoge de hombros y me guiña un ojo. Resoplo y sacudo la cabeza mientras él contiene una risa.

Mi teléfono suena, cortando la creciente tensión. Al ver que es Matt, contesto para decirle que estoy ocupada.

—¿Hola, cariño? Solo estoy revisando cómo va todo.

—Hola, Matt. Todavía estamos en una reunión, te llamaré cuando termine, ¿de acuerdo?

—No hay problema. Adiós.

Cuelgo y veo que los tres tienen el ceño fruncido.

—¿Desde cuándo los abogados llaman a su cliente "cariño"? —me pregunta Theo con una mueca. Si no supiera mejor, podría pensar que está celoso.

—Nuestra relación no es asunto de nadie.

Los tres están con pantalones negros y camisas blancas, y me tomo el tiempo por primera vez para mirarlos. En toda objetividad, son muy guapos y sus camisas parecen a punto de reventar con tanto músculo. Noto la sonrisa de Finn y carraspeo.

—Sé que Theo era el que dirigía la empresa, así que me gustaría que me dieran el balance del año pasado y el actualizado de este año. También me gustaría que me proporcionaran el plan estratégico de la empresa y un organigrama actualizado. Si necesito algo más, me pondré en contacto con ustedes. Podemos decir que mañana nos reunimos en su oficina en la casa de la manada, digamos a las 9 am. ¿Les parece bien? —digo mientras tomo notas en mi cuaderno.

Cuando levanto la vista, veo tres pares de ojos mirándome, los de Caleb llenos de ira, los de Finn llenos de deseo y los de Theo con algo que se asemeja al orgullo.

Este último carraspea. —Esto es perfecto para mí.

—Muy bien, entonces no los retendré más. —Me levanto y ellos hacen lo mismo—. Aquí está mi número de celular escrito en la parte de atrás, por si hay algún cambio para mañana. —Le entrego mi tarjeta de presentación a Theo, quien la toma.

Caleb

—¡Maldita perra! —grito una vez que estoy en el coche, golpeando el volante con la mano.

—¿Estás seguro de que no quieres que conduzca yo? Pareces alterado —me pregunta Finn, luciendo divertido.

Quiero estrellar su cabeza contra el tablero. Estaba malditamente cachondo en la sala de reuniones. Este imbécil solo piensa con su polla. Lo fulmino con la mirada y él se encoge de hombros.

—Solo lo estaba sugiriendo.

—¿Crees que está saliendo con ese tal Matt? —nos pregunta Theo, sentado en la parte trasera.

—¿No puedes estar hablando en serio? Piensan con sus pollas.

Theo no se molesta en responder y gira la cabeza para mirar por la ventana.

—Está mega buena... incluso tú la miraste, así que deja de jodernos —me dice Finn.

Tiene razón, está buena, pero es intocable. Voy a tener que llamar a mi padre y contarle lo que acaba de pasar. Aunque ya no es el Alfa de la manada, es parte del Consejo de Ancianos y se va a volver loco cuando se entere de que ella ha vuelto y, especialmente, cuando se entere de que nos tiene agarrados por las pelotas con la planta. Si mañana deciden despedirnos o trasladarnos o, peor aún, dejar de pagarnos un salario, estamos jodidos.

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