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23: ¿No puedes adivinar?

—Hola, Nora —su voz es engañosamente suave, su rostro perfecto, inexpresivo. Sin embargo, puedo sentir la rabia ardiendo silenciosamente debajo.

Por un segundo, solo lo miro, paralizada por el terror. No puedo escuchar nada más que el rugido de mi propio corazón en mis oídos.

Y entonces empiezo a ...