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Oferta

POV de Victoria

Lentamente, me di la vuelta y me encontré con la mirada de Edwin, el hermano mayor de Emma y futuro alfa de la manada de nieve. Lo conocía como un mujeriego crónico, que deseaba estar en los pantalones de todas las damas, sin importar quién fueras.

—Saludos, Edwin —saludé con la cabeza ligeramente inclinada.

—Hermosa —susurró y respiró hondo con los ojos cerrados.

—Que te jodan —murmuré para mí misma.

—Tienes un aroma fascinante para una chica sin lobo —dijo esas palabras y gruñó con una voz profunda que hizo que los pelos de mi cuerpo se erizaran.

Al escuchar esas palabras de él, rodé los ojos y miré hacia otro lado.

—¿Por qué no estás vestida? —preguntó mientras me miraba, como si pudiera ver a través de mi vestido.

—No es asunto tuyo, bastardo —gruñí para mis adentros.

—No veo la necesidad —gruñí y miré hacia otro lado. Al escuchar esas palabras de mí, levantó las cejas y se rió suavemente.

—¿En serio...? —pausó y me dio una mirada inquisitiva—. Tu Alfa y tu futura Luna volverán al país después de tres años de estar fuera, y no crees que deberías vestirte para la ocasión como todos los demás —preguntó.

Al darme cuenta de que la conversación iba por otro lado, decidí cortarla.

—Tengo que irme, mi madre me estará esperando —dije rápidamente esas palabras y me di la vuelta, pero él fue rápido y me agarró la muñeca izquierda.

—No tan rápido —me giró y me hizo mirarlo a los ojos—. Mi oferta sigue en pie —habló firmemente.

Oh sí, recordé que me había pedido ser su esclava sexual, no como pareja o amante, sino que quería que fuera su amante en secreto. Me había prometido riqueza y hasta jurado tomarme como su concubina una vez que se convirtiera en alfa.

—Y mi respuesta sigue siendo la misma —respondí con una voz calmada, pero mi enojo era evidente.

Estar sin un lobo ya era suficiente castigo para mí, no podía verme siendo humillada por él.

—Puedo darte más tiempo para pensarlo —no lo dejé terminar antes de cortarlo.

—Mi respuesta siempre será no —dije lentamente la palabra "no" para enfatizarla.

—Bueno, es tu pérdida, parece que quieres ser una sirvienta por el resto de tu vida, igual que tu madre —en el momento en que escuché esas palabras de él, apreté los puños y lo miré con la ira ardiendo en mí. Si tan solo tuviera un lobo, no había duda de que me habría transformado y lo habría atacado con mi lobo.

—Cálmate, Vicky, no puedes hacer más que un ratón de iglesia —se burló con una carcajada.

Todos siguen diciéndome esas palabras y, de hecho, todos tenían razón. Sin decir una palabra, retiré mi muñeca de su agarre y me alejé, con la ira ardiendo dentro de mí.

—Maldito bastardo —gruñí enojada mientras me dirigía de regreso a la mansión.

—Finalmente estás aquí, ¿puedes por favor llevar esto al señor Luciano? —Isabella, una de las sirvientas, me entregó una bandeja con agua y un vaso.

—Otra vez no —murmuré.

—Pero... —quise objetar, pero ella se alejó rápidamente.

—Maldita sea —murmuré y arrastré los pies escaleras arriba.

Pasé por varias puertas antes de llegar a la habitación del señor Luciano. Suavemente, toqué la puerta y noté que se abrió sola. Sin saber qué hacer, me quedé allí parada mirando alrededor.

—¿Qué estás esperando? Entra —su profunda y autoritaria voz se hizo escuchar.

El señor Luciano no era el típico tipo de Alfa, conocido por su brutalidad. Según mi madre, durante su reinado fue recto y amigable con sus súbditos.

Rápidamente, entré en la habitación y vi al señor Luciano sentado en la cama mientras fumaba un cigarro.

—Saludos, alfa... perdón... saludos, señor... —tartamudeé estúpidamente.

—Concéntrate, concéntrate —murmuré para mí misma.

Noté que el señor Luciano levantó las cejas y me miró por un momento, como si intentara leerme, antes de hacerme una señal con la mano para que me acercara.

Lentamente y nerviosa, di unos pasos hacia él y me paré frente a él, mientras me lamía los labios nerviosamente.

—Debes ser la hija de la cocinera —preguntó, sin expresión en su rostro.

—Sí, señor —respondí con la mirada en el suelo. No se mira a los ojos a tu Alfa o ex Alfa, es una señal de falta de respeto.

—Siempre te veo de lejos, es raro verte tan cerca —dijo esas palabras y se levantó de la cama.

Tomó la botella de agua de la bandeja, la vertió en el vaso y bebió todo el contenido.

Lentamente, moví mi mirada hacia él y lo observé detenidamente. Tenía el cabello negro rizado mezclado con canas, indicando que estaba envejeciendo. Sus ojos verdes y penetrantes hablaban de poder y autoridad, su barba estaba cuidadosamente recortada y afeitada, y sus hombros anchos mostraban que aún se ejercitaba, a pesar de su edad.

—¿Ya terminaste? —preguntó con una suave risa y se acercó a mí.

Al darme cuenta de lo que quería decir, rápidamente miré hacia otro lado y bajé la cabeza al suelo.

—Aún no has conseguido tu lobo —preguntó.

—Sí, señor —respondí, avergonzada.

—Diferente, ella es diferente a nosotros —escuché la voz de Clara en mi cabeza.

—Qué lástima —susurró, casi para sí mismo, pero pude escucharlo claramente.

Me quedé allí sin saber qué decir o hacer.

—¿Tienes pareja ya? —preguntó.

—No, señor —respondí casi en un susurro.

Lo escuché soltar un suave suspiro y se acercó a mí hasta que estuvimos a solo un centímetro de distancia.

—Tengo un trato para ti —dijo esas palabras mientras sus ojos penetrantes se fijaban en mí.

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