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Capítulo 50

Todo su cuerpo temblaba, pero ni siquiera se inmutó cuando saqué los primeros tres pedazos de vidrio de su rostro. Sin embargo, empezó a sacudir la cabeza y a empujar mis manos, impidiéndome sacar el resto.

—¡Lucy, detente! Déjalos —dijo Reika, sujetando su cara con las manos.

—¿Qué pasa? ¿Qué ocu...