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Soy de mi amada

Rhett condujo a Hazel a casa en su coche. Estuvo callado todo el camino, pero no importaba. Hazel podía leer sus pensamientos bastante bien ahora. Él aún no había aprendido a bloquearla.

Su mandíbula se tensó mientras las dudas comenzaban a surgir en su mente. Todos esos miedos que había estado rep...