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Capítulo 43

—¿Puedes comer algo, por favor?

Sigo ignorándolo. Acurrucada en la silla ergonómica de primera clase, con la cabeza apoyada en el brazo acolchado, envuelta en una manta blanca y peluda a pesar de la cálida temperatura del avión.

Mi mente está asediada por un rompecabezas, un cubo de Rubik donde ca...