Read with BonusRead with Bonus

CUARENTA Y UNO

—¡Mierda! —el hombre salió de detrás de ella y la levantó de nuevo en la misma posición, pero esta vez, mirándolo a él con la espalda contra la puerta.

Cuando terminó, se levantó para irse.

—Espera, por favor, ¿sabes por qué están tomando mi sangre? Realmente no me va bien con tanta pérdida de san...