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La vendetta que se desmorona

—¡Perra!

Mientras tanto, en la mansión en las afueras, Aubree estaba leyendo los comentarios en internet. Su rostro mostraba una expresión enloquecida mientras gritaba—¡Malditos! ¡Nunca, jamás, les permitiré salirse con la suya!

Me equivoqué sobre ese hombre. Dijo que me conocía, así que pensé que...