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Capítulo 9

El primer latigazo del cruel látigo recorrió mi espalda como una plancha al rojo vivo.

Mordí con fuerza mi labio, ahogando el grito que intentaba desgarrar mi garganta. La sangre llenó mi boca por la herida autoinfligida, pero me negué a darle a Karl la satisfacción de escucharme gritar.

La cálida...