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Ochenta y siete

El silencio cae sobre la habitación, el peso del momento se asienta sobre todo como una densa niebla. Mi mirada no se aparta del Rey de la Quinta Isla, cuyo rostro se retuerce de repulsión.

—No puedes estar hablando en serio —murmura, su voz goteando incredulidad. Sus ojos se entrecierran, disgusta...