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Capítulo setenta y cinco

Con la misma magia que usé para amortiguar mi caída, levanto una pared de oro claro de una milla de altura, separando a los gemelos de los maníacos.

Al ver la pared, Keiran deja de gruñirles a los gemelos y me mira, pero Xaden sigue paseando de un lado a otro, golpeando su arma contra el escudo com...