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Capítulo setenta y dos

REMI

Nunca imaginé que terminaría así—atada a un árbol, completamente a su merced. Las cuerdas se clavan en mi piel, pero la sensación solo aumenta la tensión que se enrosca en mi interior. Las sombras de Kallias susurran a mi alrededor, rozando mi piel como una caricia de amante. La presenci...