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Capítulo sesenta y seis

El aire fresco de la tumba de Keiran roza mi piel mientras entramos, y la sensación me provoca un escalofrío. Keiran se mueve para servirnos vino, sus movimientos son gráciles y deliberados. No puedo evitar que mis ojos vaguen por el espacio cavernoso, curiosa por este lugar al que él llama hogar.

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