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Capítulo sesenta y dos

El mar nocturno se extiende ante mí, una vasta extensión de tinta iluminada por el tenue brillo de las estrellas y el resplandor plateado de la luna. El suave golpeteo de las olas contra el casco del barco es una nana que conozco desde la infancia, un sonido tanto reconfortante como asfixiante. En e...