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Salvaje

Edward me besó con avidez mientras su lengua invadía mi boca sin parar. Supongo que nuestra discusión anterior lo estaba haciendo más agresivo de lo habitual. Jadeaba en mi boca mientras yo empezaba a gemir en la suya. El peso de su cuerpo contra el mío se sentía tan cálido y placentero. Odio admiti...