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SESENTA Y TRES

Riley no estaba bromeando cuando dijo que llegaría en breve; apenas habían pasado diez minutos cuando Yalda escuchó el timbre de la puerta. Fue solo entonces que se recompuso y se levantó del suelo. Abrió la puerta y encontró a Riley allí, luciendo muy preocupada. Observó cómo sus ojos se agrandaban...