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TREINTA Y UNO

Yalda siempre había sabido que no debía tener apegos sentimentales a cosas triviales como la ropa interior; sabía que a Alexander le gustaba arrancársela de vez en cuando. Pero la que acababa de romper era nueva y a ella le gustaba cómo le quedaba. Por supuesto, si hubiera sabido que él estaría de m...