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NOVENTA Y OCHO

No fue el habitual estruendo de su alarma lo que la sacó del sueño a la mañana siguiente; en cambio, fue la suave y persistente presión de pequeñas patas contra su brazo. Yalda parpadeó, sus sentidos aún pesados por el sueño, mientras abría los ojos y veía a Loki mirándola, su mirada inquisitiva cas...