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La primera

Habían pasado unos días desde la loca noche con Vanessa, y ya estaba de vuelta al trabajo. Sentada en mi escritorio, aún adaptándome a la nueva rutina, noté que Vanessa se acercaba con esa sonrisa traviesa en su rostro.

—¡Buenos días, Deborah! ¿Cómo te sientes? —preguntó, sentándose en el borde de ...