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Millas

Katrina no ha dicho una palabra desde que salimos de la casa de mis padres. Hemos conducido casi una hora y estamos casi de vuelta al campus. Quiero preguntarle qué tiene en mente, pero ya sé qué, o mejor dicho, quién es. Kek. Mi padre creía en Kek. Era absurdo. Su existencia es imposible. Todo se o...