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CAPÍTULO 38

ARGON

Vinieron, tal como lo prometieron.

Me quedé en la puerta de mi oficina mientras el agente de la organización de premios empresariales llegaba y exigía el trofeo.

—Tiene que irse —dijo el agente, señalándome con la mano para que le entregara el premio.

Con el corazón pesado y avergonzado, l...