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Capítulo 30 Una multa

Arthur

Arthur estaba cansado. Hoy había sido un día particularmente agotador, lleno de tareas monótonas y reuniones interminables. No se sentía como un sábado en absoluto. Todo lo que quería ahora era enterrar su rostro entre las piernas de Almara y escuchar sus gritos de placer que solo él podía da...