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Capítulo 38- Todos merecen un adiós.

—Brea, ¿puedo entrar? —Estaba tumbada dramáticamente en mi cama, llorando, cuando escuché sus suaves golpes en la puerta—. Por favor, necesitamos hablar. No quería verlo, me sentía demasiado avergonzada después de lo que había dicho. Había tenido tiempo para reflexionar y me di cuenta de que había s...