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Historia 1-capítulo 8

Ella sintió cómo su pene comenzaba a perder su dureza y movió su trasero para que su vagina estuviera más apretada contra él. Sus dedos se sentían maravillosos acariciando sus pezones. Cerró los ojos y no los abrió de nuevo hasta que escuchó su voz.

—¿Crees que deberíamos decorar el árbol?

—Oh sí,...