La distancia entre la muralla de la ciudad y el campo de entrenamiento difuminaba los detalles de la pelea. Desde lejos, ni el poderoso golpe de Ava ni las grietas en el suelo eran visibles. Todo lo que Sophia y los demás veían era a Louis parado inmóvil, aparentemente dejándose golpear.
Parecía falso, casi risible. El Señor del Ártico está haciendo todo lo posible para poner a Ava en el poder.
La risa de Sophia se desvaneció, reemplazada por la ira. —El Ejército de la Armadura Negra responde al Señor del Ártico. Podría comandar su lealtad con una palabra. ¿Por qué esta farsa? Es un insulto para esos soldados.
Ethan también estaba confundido. El Señor del Ártico no necesitaba montar un espectáculo. Ava era una guerrera hábil; probablemente podría vencer a Louis en una pelea real.
'¿Es su conjunto de habilidades tan limitado que esta es la única manera de asegurar su victoria?' se preguntó.
Cualquiera que fuera la razón, este llamado desafío era una broma.
Ethan también sintió un destello de ira. No era raro que los logros en el campo de batalla se exageraran para aumentar las reputaciones nobles. Pero darle a Ava el control del Ejército de la Armadura Negra con fundamentos tan débiles, tratándolo como un juego, desmoralizaría a las tropas.
—La desafiaré —espetó Sophia, girando sobre sus talones.
Ethan le agarró el brazo. —No lo hagas. Ella comanda el Ejército de la Armadura Negra, no nosotros. Si la vences, solo avergonzarás al Señor del Ártico y causarás resentimiento. Tenemos una batalla que luchar, Sophia. No podemos permitirnos crear discordia y debilitar nuestras fuerzas.
—¿Y qué? —replicó Sophia, su voz aguda con frustración—. La culpa de cualquier discordia recae en el Señor del Ártico y su preciada protegida, no en mí.
Ethan bajó la voz. —¿Quieres ganarte tus méritos, verdad? El Señor del Ártico lidera esta campaña. Su informe al Rey decidirá el destino de todos aquí. Piensa, Sophia. Si lo desafías abiertamente, arriesgamos perderlo todo, marcados como alborotadores que socavaron el esfuerzo de guerra.
La ira de Sophia se enfrió un poco mientras sus palabras calaban. Tenía razón. Esta era la Frontera Sur, el territorio del Señor del Ártico. Los generales aquí eran todos gente de Yancy. No era el momento ni el lugar para hacer enemigos.
Pateó la pared, la frustración hirviendo. —Es solo una noble consentida, aprovechándose del nombre de su familia. No lo soporto. Pero te lo advierto, cuando empiece la lucha, si intenta esconderse detrás de las líneas, no dudaré en denunciarla.
Ethan estudió su rostro enrojecido. —El Señor del Ártico está decidido a revivir el legado de los Anderson. Ava verá la batalla, sin duda. Pero estará protegida, resguardada de lo peor.
Una luz fría entró en los ojos de Sophia. —En el campo de batalla, el destino es caprichoso. Lo vimos en el Paso del Cielo Verde. Y esto... esto hará que el Paso del Cielo Verde parezca un ejercicio de entrenamiento.
—En efecto —murmuró Ethan, el recuerdo de esa batalla, de la cercanía de la muerte, enviando un escalofrío por su columna vertebral.
La mirada de Sophia recorrió el Ejército de la Armadura Negra, su voz tensa con furia contenida. —La vida y la muerte penden de un hilo ahí fuera. Si esos soldados se reducen a guardaespaldas glorificados, si sus vidas se gastan apoyando a la hija de algún noble... cuando regresemos a la Capital, me aseguraré de que el Rey lo sepa. Toda la corte sabrá cómo mancillaron la memoria de Yancy.
Los sentimientos de Ethan eran un lío. Parte de él deseaba que Sophia lo dejara pasar. Las acciones del Señor del Ártico, por muy equivocadas que fueran, surgían de un deseo de honrar el legado de Yancy. Y Yancy, el héroe, la fuerza estabilizadora... Tener a Yancy como ejemplo elevará la moral.
Pero como soldado, Ethan había luchado duro por cada reconocimiento y no podía evitar sentir una oleada de resentimiento.
'¿Por qué debería Ava recibir la gloria en bandeja de plata mientras otros tienen que luchar con uñas y dientes por cada centímetro?' pensó.
Miró a Sophia, a la ira y frustración en su rostro, y se dio cuenta de que estaban atrapados en una situación sin salida.
Cualquier culpa que aún sentía hacia Ava se evaporó, dejando un residuo amargo de desdén.