Ava clavó su Lanza de Flor de Durazno en el suelo helado, el viento tirando de su cabello y ropa. Miró a los soldados con una mirada firme.
—Entonces, el trato es simple: ¿te derroto y me sigues?
—¡Sí! —gritó Louis, su voz resonando—. Derrotarme, General Anderson, y te juro lealtad hasta mi último aliento. Mi palabra es de hierro.
—¡Ese es el espíritu, Louis!
—¡Muéstrale lo que significa llevar esa armadura!
—¡Se esconde detrás del legado de su familia! ¡La gloria militar se gana, no se hereda! ¡Lucha, Louis, muéstrale de qué está hecho el Ejército de la Armadura Negra!
Los ojos de Louis se endurecieron al enfrentar a Ava. —¿Los escuchaste, General?
Ava escaneó a los soldados, con una leve sonrisa en los labios. Probó el peso de su lanza. —Veamos si puedes darles algo más.
—No te contengas, General —se burló Louis, desenvainando su espada—. No quisiera que alguien pensara que tuve una victoria fácil.
—Ni lo soñaría —respondió Ava, con fuego en los ojos.
Desde la muralla de la ciudad, Ethan y Sophia observaban la escena, rodeados de soldados.
—Alguien está desafiando a Ava —dijo Sophia con desdén.
Ethan reconoció a Louis, un soldado experimentado pero superado aquí.
—Louis es uno de los mejores del Ejército de la Armadura Negra —continuó Sophia, divertida—. Me pregunto cuánto durará.
Ethan negó con la cabeza. —No ganará.
Sophia rió con fuerza. —Ethan, realmente estás defendiendo a Ava. Bueno, esperemos y veamos. —Imaginaba a Ava humillada, pensando que se lo merecía.
En el campo, Ava levantó su lanza, haciendo una simple estocada al brazo derecho de Louis.
Louis rió cruelmente.
'¿Es esto una broma? ¿Se está burlando de mí?' pensó.
Su risa se extendió por las filas, burlándose de ella. Parecía una noble jugando con un juguete, no una guerrera.
Pero cuando Louis se movió para bloquear, sintió un temblor en la lanza, una señal de poder oculto. Esta no era una estocada ordinaria; su fuerza se canalizaba en la lanza, capaz de romper huesos.
Intentó retroceder, pero era demasiado tarde. La lanza rozó su hombro izquierdo, desgarrando su armadura y mordiendo profundamente.
El dolor lo atravesó, paralizándolo. Había sido una finta, una trampa en la que cayó como un novato.
—Gracias —dijo Ava, su voz fría.
Retiró la lanza, plantándola en el suelo. La tierra se agrietó a su alrededor, fisuras extendiéndose hacia Louis, deteniéndose a sus pies. Cinco grietas, como las garras de una bestia.
Los soldados detrás de Louis vieron las grietas, la sangre de su herida.
El silencio cayó, pesado y absoluto.
Solo el viento hablaba, un sonido solitario.
Louis se hundió de rodillas, su espada resonando al caer. Inclinó la cabeza, su voz áspera. —Mi lealtad está contigo, General Anderson.
Desde la muralla de la ciudad, la risa de Sophia resonó, aguda y burlona.
—¿Eso es todo? Patético. ¿Esto fue un desafío? Solo se quedó ahí y la dejó golpearlo. ¿Y se llama a sí misma guerrera? ¡Un solo movimiento, eso fue todo! Bueno, coloréame impresionada.