Capítulo 1 Dijo que la esposa y la concubina son lo mismo
—Ava, Sophia tendrá el mismo estatus que tú como mi esposa. Una vez que se case conmigo, ambas deben recordar sus roles.
Ethan James, el esposo de Ava Anderson, dijo esto. Después de un año en el ejército, había neutralizado amenazas en la frontera sur y ahora era el hombre más buscado en la corte.
Este era el hombre que una vez le prometió el mundo a Ava.
Ethan entró en sus aposentos, su postura aún rígida, pero sus ojos mostraban un destello de culpa.
Miró a Ava, su voz firme. —Ava, le pedí al Emperador, usando mis méritos militares, que me permitiera casarme con Sophia.
La noche era profunda y oscura, reflejando el corazón de Ava.
Ella se encontraba bajo los altos muros de su finca, mirando a este hombre familiar pero a la vez extraño.
La voz de Ava temblaba, aguda. —¿Estatus igual? Ethan, ¿recuerdas tus votos? Juraste que solo me amarías a mí y que nunca tomarías a otra.
Ethan se sonrojó, evitando su mirada. —Ava, sé que esto es difícil. Pero Sophia luchó a mi lado; enfrentamos la muerte juntos. Ella es más que una camarada.
Los ojos de Ava brillaron con sarcasmo. —¿Camaradas? ¿Quieres casarte con una camarada? No me insultes con excusas.
—Sabes que Sophia solo será una concubina.
El ceño de Ethan se frunció, sus puños se apretaron. Esto no era como se suponía que debía ir. Pensó que Ava entendería que Sophia no era solo una concubina.
Trató de explicar. —Ava, no, Sophia es más que una camarada. Hemos compartido experiencias que nos cambiaron la vida. La amo, y tengo que casarme con ella.
—Ava, ambos deberíamos seguir adelante —dijo Ethan, cada palabra cargada de un significado no dicho.
Ava quería reírse de lo absurdo. Él juró amarla solo a ella, y ahora hablaba de seguir adelante. Afirmaba amar a Sophia, pero la condenaba a ser una concubina. Torcía la lógica para ajustarla a su narrativa.
Viendo el silencio de Ava, Ethan continuó. —El matrimonio de Sophia con la familia no se trata de reemplazarte. Es por el futuro de la familia James. Y con mi madre tan enferma, ver a Sophia podría levantarle el ánimo.
El estómago de Ava se retorció. La madre de Ethan estaba realmente enferma, y Ava había cuidado de ella incansablemente, consultado a innumerables médicos y sacrificado el sueño. ¿Y ahora la breve presencia de Sophia la curaría mágicamente?
¡Ridículo!
Los ojos de Ethan suplicaban. —Ava, sé que esto es mucho, pero por favor, por el bien de la familia James y de mi madre, déjame estar con Sophia.
Un brillo acerado entró en los ojos de Ava. —Exijo ver a Sophia. Quiero escucharlo de ella.
Ethan se negó, su voz plana. —No hay necesidad. Sophia es una general; no se involucraría en tales asuntos.
La ira surgió en Ava. Sophia despreciaba la domesticidad, pero ¿y ella? También anhelaba liberarse de esta prisión dorada.
Ava también provenía de una familia militar, entrenada desde la infancia, una maestra de la lanza. Si no fuera por las muertes de su padre y hermanos en el campo de batalla, ¿se habría resignado a esta vida?
Tomó una respiración profunda, estabilizando su voz. —Tengo una petición: déjame ver a Sophia.
Sin esperar una respuesta, Ava se dio la vuelta y caminó de regreso a sus aposentos, dejando a Ethan solo en el frío aire de la noche.