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LA LLEGADA

POV DE MARILYN

Mi verano de dieciocho años.

Un verano inolvidable.

El verano en el que... hice lo más abominable.

No se me puede culpar.

De verdad, no se puede.

Las fuerzas de la naturaleza tuvieron que volverse en mi contra y enviarme al némesis más irresistible que jamás haya visto.

Un némesis hermoso, atractivo y deslumbrante en forma de hombre, asignado para ser mi padre.

Él...

De todos modos... la historia es así...

—¡Última carta! —gritó Steven y gemí al sentir que mi mundo se desmoronaba con esa sola frase.

Miré con furia a Steven, quien me guiñó un ojo burlonamente.

—Ríndete, sabes que no tienes opción —dijo y yo puse los ojos en blanco.

—Está bien, ganaste —dije y tiré las cartas al suelo mientras él saltaba del suelo.

—¡Hurra! Gané otra vez —dijo y sonreí mientras lo veía celebrar por toda la casa.

—¿Cómo demonios lo haces? —pregunté y él negó con la cabeza.

—No, no, no. Nada me hará revelar mi estrategia secreta...

Le hice un gesto con la mano.

—Sí, sí, sí. Lo entiendo. Vale la pena intentarlo. Ahora pongamos en orden esta sala antes de que mamá llegue con su nuevo esposo. No queremos causar una mala impresión, ¿verdad?

Él se rió y sonrió.

—¿Cómo crees que será nuestro nuevo papá? —preguntó mientras recogía la basura en la sala.

Sonreí.

—¿Cómo más, si no como ella? Podría ser un millón de veces mayor, no se puede saber —dije y él puso los ojos en blanco.

—No juzgaría así si fuera tú. Mamá tiene una forma de elegir hombres atractivos...

Me burlé.

—¿Dónde demonios vas a encontrar a un hombre atractivo que tenga más de cuarenta años? —pregunté y él se burló.

—Podrías sorprenderte —dijo y se dirigió a la cocina.

Suspiré y me encogí de hombros mientras recogía el resto de la basura y la llevaba afuera al contenedor.

Respiré hondo al salir por la puerta trasera de la cocina, recordando lo que me esperaba en el momento en que llegara al jardín trasero. Y como de costumbre, ahí estaba.

Un tentador chico de cabello castaño estaba allí, como siempre, cortando el césped al otro lado de nuestra cerca. Y estaba sin camisa y sudando.

Definitivamente atractivo.

Sonreí y me mordí el labio admirando sus musculosos brazos brillantes agarrando la máquina con firmeza.

De repente se detuvo para limpiarse el sudor de la cara.

Respiró hondo y se volvió hacia mí, pillándome desprevenida.

¡OH, DIOS MÍO!

Parpadeé rápidamente y corrí de inmediato de vuelta a la casa, avergonzada de que me hubiera sorprendido mirándolo. Respiré hondo y vi a Steven mirándome con un vaso de limonada en las manos.

—Sabes, deberías superar tu enamoramiento por ese chico si ni siquiera puedes saludarlo —dijo y yo puse los ojos en blanco.

—Pfft. ¿Qué te hace pensar que no puedo hablar con él?

—Porque pasas cada verano acechando su espalda y huyendo en cuanto te ve. Estoy seguro de que va a empezar a preguntarse qué te pasa.

Me burlé.

—No es que me importe.

—Sí, exactamente. No te importa —dijo y puso los ojos en blanco dirigiéndose a la puerta de la cocina.

—Uhh... por cierto, me alegra anunciarte que ya no soy virgen —dijo con una sonrisa y lo miré con los ojos muy abiertos.

—¿Qué?!!!!

Se rió.

—Sí, hermana. Con mi novia. Bebimos mucho en la fiesta de Joseph y se convirtió en una orgía. Maldición... deberías haber estado allí. Todos tuvieron sexo. Incluso la terca Betty.

Tragué saliva.

—¿En qué se está convirtiendo la generación más joven estos días?

Me reí.

—Vaya. Estoy completamente sorprendida.

—Créeme, hermana. Deberías intentarlo. Se siente tan bien tener sexo. Ve y agarra a ese chico lindo de al lado e invítalo a un almuerzo orgiástico antes de que se le rompan los pantalones con su erección.

Parpadeé.

—¿Qué?!!

—Puedo decir que ese chico quiere llevarte a la cama.

Me sonrojé y negué con la cabeza.

—Sí, claro. Como si él...

¡DING DONG!

Sonó el timbre y nos miramos.

—Está bien. Mamá está en casa. Es hora de conocer al nuevo papá Bosco —dijo Steven y yo puse los ojos en blanco.

Nos aseguramos de que todo estuviera en orden y luego Steven se acercó a la puerta mientras yo me quedaba atrás con una sonrisa.

Abrió la puerta y...

—¡BIENVENIDOS! —exclamamos ambos y mamá nos sonrió a los dos.

Me acerqué a ella y la abracé con fuerza.

—Te extrañé mucho, mamá —dije y ella sonrió.

—Yo también te extrañé, cariño. ¿Cómo va la universidad?

—Bien.

—¿No me preguntas a mí sobre la escuela? —dijo Steven con celos y mamá sonrió.

—Oh, sé que siempre estás bien. ¿No eres un chico grande? —dijo y él sonrió radiante.

—Muy bien. Me gustaría presentarles a Fredrick...

Miré detrás de ella para ver al hombre que no habíamos notado, que había estado justo detrás de ella todo el tiempo, y mis ojos se abrieron de par en par.

¡OH, DIOS MÍO! ¿QUÉ EN EL CIELO...?

Él sonrió encantadoramente y se acercó a nosotros con su hermosa mirada fija en mí todo el tiempo.

—Hola, chicos —dijo con la voz más suave y sexy de seda que jamás había escuchado.

¡SANTO... DIOS!

Estaba tan aturdida durante un largo período que no noté su mano extendida hacia mí.

—Marilyn —mamá llamó mi atención, sacándome de mis pensamientos. La miré y ella señaló su mano.

—Oh.

Me reí.

—Lo siento mucho. Es que... me confundí.

Dije y él sonrió.

—Está bien. Me pasa todo el tiempo —dijo sin apartar su mirada de mí, lo cual me estaba volviendo loca. ¿NO PUEDE DEJAR DE MIRARME?

¡Dios mío!

Es tan hermoso.

¿Cómo es esto siquiera posible?

Definitivamente es mayor que mamá, ¿verdad?

Pero, caray... mamá parecía incluso mayor que él.

¿O decidió pescar en el rebaño más joven? Todas estas preguntas pasaron por mi mente mientras mamá sostenía su mano románticamente y lo llevaba hacia el sofá.

Crucé los brazos y los observé.

Mamá parecía tan feliz con él.

Me reí suavemente para mí misma.

Steven tenía razón.

Mamá realmente consiguió un buen partido.

Y me picaba todo el cuerpo que este increíble buen partido no había apartado su mirada de mí en todo momento.

—Volveré enseguida. Voy a buscar unas bebidas —dijo mamá y yo sonreí.

—Claro. Iré contigo, mamá.

Dije con la intención de alejarme lo más posible de este dios hermoso sentado en nuestra sala con sus largas piernas musculosas cruzadas, perforándome con los ojos azules más hermosos y seductores y sonriendo.

No pude evitar sonrojarme estúpidamente mientras me disponía a seguir a mamá, pero...

—No, no, no. Quédate y hazle compañía a tu papá. Yo me encargo. No tienes que hacerlo.

—Pero...

—No hay peros, Marilyn.

Dijo y gruñí.

Me volví para verlo relajado en la silla, sonriéndome.

—No tienes que evitarme, Marilyn. No muerdo.

Dijo y me encontré sonrojándome profusamente con la forma en que dijo mi nombre tan dulcemente.

Me mordí el labio y asentí lentamente y nerviosamente.

—No estaba huyendo de ti.

Dije y me senté en un sofá bastante lejos de él. Steven se acercó a él y se sentó a su lado.

—Entonces, nuevo papá...

comenzó.

—Es bueno conocerte y bienvenido a nuestro hogar.

Dijo y Fredrick le sonrió.

—Ya me caes bien. Pareces mucho más acogedor que tu hermana mayor allá.

Dijo y me volví hacia él justo a tiempo para verlo guiñarme un ojo.

¡SANTO CIELO! ¿ACABA DE...?

Parpadeé y me sonrojé incontrolablemente antes de apartar la mirada rápidamente con el corazón latiendo salvajemente en mi pecho.

—Uhhh... volveré enseguida. Tengo que revisar algo que dejé en el césped.

Dije y me volví para irme.

—¿Estás segura de eso o es solo otra excusa para alejarte de mí?

Dijo y me detuve en seco.

—No tiene nada que ver contigo... papá.

Dije y me alejé.


Él sonrió y asintió, volviendo su atención a Steven, quien se rió suavemente y ambos rieron.

—Tu hermana es un poco fogosa. ¿Cuántos años tiene?

Steven sonrió.

—Tiene dieciocho. Acaba de cumplir dieciocho el mes pasado.

Dijo y Fredrick sonrió.

—¿Y tú? ¿Cuántos años tienes?

Steven le preguntó y él se rió.

—Bueno, puede que no me creas, ya que siempre es el caso cuando le digo a la gente mi edad, pero uhh... tengo cuarenta y cinco.

Los ojos de Steven se abrieron de par en par.

—¿Qué??!!!! ¿Tienes cuarenta y cinco?!!!

Exclamó y Fredrick se rió.

—Sí, chico. Parece que tengo el gen de la juventud fuerte en mi torrente sanguíneo.

Dijo con una risa y Steven sonrió.

—Obviamente, papá. Maldición. Pensé que tenías veintitantos o algo así. También pensé que mi mamá había cometido un error esta vez.

Dijo y Fredrick se rió.

—No. No lo hizo.

—Entonces... ¿juegas al fútbol?

Steven preguntó y Fredrick se rió.

—No te preocupes. Juego casi todos los juegos de todo tipo.

—¡Oh, wow! Eso es espléndido. Tengo una práctica de fútbol a la que voy todos los fines de semana, podrías venir conmigo. Necesito un entrenador constante. Mis compañeros siempre me intimidan por mis pobres habilidades.

Fredrick sonrió.

—Claro. Estaré encantado de entrenarte de vez en cuando y borrar esa confianza de sus caras.

Dijo con una sonrisa y Steven sonrió radiante.

—Sé que no es un error que hayas entrado en nuestro hogar.

Dijo y Fredrick sonrió.

Miró hacia la puerta por la que Marilyn había salido.

—Sí. Definitivamente no es un error.

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