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Intervención divina

Me estiré en la cama, agotada, y sentí una suave caricia en mi mejilla.

—Ahí está mi bella durmiente —susurró Malachi suavemente, y le sonreí, sintiéndome más ligera que nunca.

—¿Estás bien? —preguntó de repente, con el ceño fruncido de preocupación, y me di cuenta de que mi rostro estaba siendo l...