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Destruir una piedra

—¡Aurelia, Aurelia! —Empecé a sentir el frío del suelo en mis piernas y el peso del cristal en mis manos mientras me adaptaba a mi entorno. Escuché a Malachi llamándome y abrí los ojos.

—¡Gracias a Dios, empezaste a moverte y pensamos que algo andaba mal! —exclamó Amora mientras parpadeaba unas cua...