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La amenaza

La señora Garcier estaba bajo vigilancia en la clínica, con la esperanza de que descansara y se rehidratara, ya que parecía haber pasado por un infierno.

Malachi y yo no podíamos dormir, ambos dándonos vueltas hasta que finalmente nos rendimos en intentar descansar.

Pasada la medianoche, nos dirig...