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66. Caliente

Mis rodillas ya habían comenzado a temblar, ya que incluso desde esta distancia, podía sentir el calor de ese maldito cuerpo estúpidamente sexy, llamándome.

Podía escuchar la lucha en esos jadeos trabajosos, sus manos cerrándose en puños a sus costados mientras obviamente tenía dificultades para co...