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51. ¿El maldito comandante real?

Podía escuchar sus pequeños sollozos y gemidos desde el momento en que empujé la puerta y entré al baño desierto, esos sonidos se detuvieron abruptamente.

—Relájate, soy yo —anuncié, lo suficientemente alto para que pudiera escuchar mi voz desde el cubículo en el que se había escondido.

No recibí ...