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42. La fea verdad

—Así que sí se conocen. Bastante bien, me atrevería a decir —comencé con una mirada inquisitiva entre ambos, observando cómo los rasgos de mi padre permanecían impasibles mientras me miraba, mientras Nathan se encontraba a unos pasos de nosotros, pensativamente mirando al suelo.

—¿Es cierto? —encon...