Read with BonusRead with Bonus

36. El lobo

—Yo... solo estaba... —Mi respiración se entrecortó cuando sentí su mano ardiente y húmeda acariciar el exterior de mi muslo, subiendo por debajo de mi camiseta holgada y deteniéndose en mi cintura. Mi cuerpo volvió a estremecerse ante la increíble sensación de su toque.

Dios mío. ¿Cómo podía sen...