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131. Sí, mundo, de hecho está vivo

Bostecé cansadamente, envolviéndome aún más en esa manta de lana mientras me sentaba con las rodillas contra el pecho en el asiento trasero del coche de Darius.

Habíamos estado conduciendo durante horas. Y de vez en cuando me quedaba dormida y me despertaba, dejándome llevar por esa radio apenas au...