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128. Los imperdonados

Sonreí para mis adentros, la dulce sensación de los labios de Darius en los míos aún persistía mientras me quedaba allí por un momento, frente a mi casillero.

Maldita sea. Apenas había llegado a la escuela y ya lo extrañaba. Extrañaba el calor de su cuerpo envuelto alrededor del mío mientras me sost...