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104. En tus ojos

El sonido de mis propios suaves ronquidos logró despertarme, escuchando ese pequeño ronroneo y su leve vibración en mi nariz y boca.

De repente, me detuve y solté un pequeño bostezo, notando esa firme almohada debajo de mi mejilla. Fruncí el ceño y abrí los ojos de golpe, reconociendo la habitación...