




Capítulo 2 El hombre aterrador
Sebastián, un hombre usualmente bendecido con una memoria robusta, ahora estaba atormentado por el dolor, con las venas sobresaliendo en su frente. Dirigió su mirada en una dirección particular y, en un instante fugaz, sus ojos se encontraron con la mirada helada de Brooklyn. Su desagrado era palpable.
¿Podía aún ejercer tal intimidación con su mirada, incluso en su estado debilitado?
Una risa escapó de sus labios. ¡Ella sí que tenía la capacidad para tales pensamientos!
El sangrado gástrico, aunque desagradable, no era una condición que amenazara la vida. George, un experto médico con mucha experiencia, estaba a cargo del caso. En poco tiempo, Sebastián estaba fuera de peligro inmediato.
Brooklyn salió de la sala de emergencias, con la cabeza baja. Encontró un banco y se sentó, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho.
Había pensado que podría mantener la compostura;
Había creído que podría permanecer indiferente;
Se había convencido de que ya no albergaba sentimientos por Sebastián.
Sin embargo, cuando él sucumbió al exceso de alcohol y al sangrado gástrico, la ansiedad la invadió. Su mirada fría y distante aún tenía el poder de hacerla estremecer.
Quitándose los guantes, los dedos de Brooklyn trazaron los contornos de un anillo. Era una pieza única, un diamante de alta gama hecho a medida. ¡Cómo había brillado y resplandecido cuando adornaba su dedo anular! Pero al final, las palabras del hombre hacia ella, la opulenta boda en la bahía, todo había sido parte de un juego cruel.
Una amarga sonrisa se dibujó en sus labios.
Brooklyn estaba con el corazón roto, pero no tan devastada como lo había estado tres años atrás. Así que se volvió a poner el anillo, recogió sus pensamientos y se levantó, estabilizándose sobre sus rodillas.
De vuelta en la sala de guardia, Brooklyn sacó un expediente. Estaba tan absorta que perdió la noción del tiempo hasta que un golpe en la puerta de la oficina la interrumpió.
Era George.
A pesar de su apretada agenda, Brooklyn se levantó. Puede que no fuera experta en congraciarse con sus superiores, pero tenía un respeto genuino por George. Lo saludó con una cálida sonrisa, "Señor Clark, ¿qué lo trae por aquí en persona?"
George, un hombre de mediana edad con ojos amables y cejas suaves, le devolvió la sonrisa, revelando algunas arrugas. "Brooklyn, has trabajado duro hace un momento."
Sus palabras la tomaron por sorpresa. ¿No era esto solo parte del trabajo?
Antes de que Brooklyn pudiera responder, George continuó, "Me temo que tendrás que trabajar aún más duro en los próximos días."
Lo que George se refería como 'trabajar más duro' era en realidad asignarla como la doctora personal de Sebastián, encargada de acompañarlo durante todo su proceso de recuperación, sin margen de error.
Sin que George lo supiera, él pensaba que Brooklyn no solo era altamente capacitada, sino también joven y hermosa, lo que la convertía en la candidata perfecta para cuidar al malhumorado CEO.
Sin embargo, esta noticia la llenó de ansiedad y preocupación.
Sus tacones resonaban contra el suelo mientras ella dudaba.
¿Qué iba a decir cuando lo viera?
¿Debería fingir no conocerlo? ¿O debería acercarse a él como su esposa?
Inesperadamente, en cuanto Brooklyn salió del ascensor, una figura obstruyó su vista.
El pasillo del hospital era un mar de reporteros, con sus micrófonos y cámaras alzados como un bosque de flora electrónica.
—Señorita Turner —comenzó uno, con un tono cargado de curiosidad—, los rumores dicen que usted es la novia del señor Kingsley. Ahora que está atendiendo personalmente al señor Kingsley, ¿está confirmando que están oficialmente saliendo?
Otro intervino:
—Señorita Turner, los medios han emparejado a usted y al señor Kingsley como pareja desde hace tiempo. ¿Está ahora reconociendo públicamente su relación con intenciones de matrimonio?
Un tercer reportero preguntó:
—Señorita Turner, como una estrella reconocida, ¿está preparada para convertirse en una ama de casa adinerada para el señor Kingsley, abandonando su carrera?
Brooklyn se detuvo en seco, su cuerpo envuelto en una bata blanca, congelada en su lugar.
—Si Sebastián y yo nos casáramos en el futuro, renunciaría voluntariamente a mi trabajo para dedicarme a él, cuidarlo y ser una esposa competente y amorosa —dijo la dulce y melosa voz de Megan.
La provocativa mujer, con sus ondas castañas cayendo por su espalda, estaba allí, su piel expuesta complementando perfectamente su cabello. De sus labios rojos y voluptuosos, pronunció un nombre que conocía muy bien.
Esta era Megan Turner.
Heredera del Grupo Turner y actualmente la estrella más codiciada de la lista A, la cara de Megan era una vista común en las portadas de autobuses y pantallas electrónicas. Su popularidad era innegable.
—Señorita Turner, usted es realmente admirable. ¿Tiene algún plan inmediato de matrimonio? —preguntó un reportero.
—Señorita Turner, su carrera está en auge, pero está dispuesta a dar un paso al costado por el señor Kingsley. Esto es realmente conmovedor... —añadió otro.
Si Brooklyn no hubiera conocido a Megan de antemano, podría haber sido influenciada por las palabras de la encantadora y hermosa mujer. Pero ahora, Brooklyn solo podía asignarle a Megan una etiqueta: ¡una arpía intrigante!
Las preguntas de los reporteros continuaban sin cesar. Megan, al ver la figura vestida de blanco detrás de la multitud, esbozó una sonrisa triunfante.
—No tenemos planes inmediatos de matrimonio. Cuando los tengamos, ciertamente informaremos a todos —dijo, con una voz suave y seductora.
Brooklyn metió la mano en su bolsillo, sus dedos rozando su teléfono. Giró la cabeza, hablando al dispositivo:
—¿Departamento de seguridad? Por favor, acudan inmediatamente a la sala VIP. Hay una perturbación.
Después de terminar la llamada, Brooklyn arqueó una ceja, formándose un pensamiento en su mente: 'Megan, incluso si flaqueo frente a Sebastián, ¡nunca te dejaré llegar tan lejos!'