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ermis

Helios dejó a su padre apenas manteniéndose en pie. Caminaba de un lado a otro de la habitación, rastreando la magia de Lucía como ya lo había hecho varias veces, pero no servía de nada.

—¡Señor, señor! —alguien llamó, casi derribando la puerta con la rapidez de sus golpes.

—¿Qué? —dijo Helios, su...