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Maya estaba sentada en el sofá del salón contiguo a nuestras habitaciones. Miró más allá de mí y sonrió al ver que estaba solo. Me senté en el sofá frente a ella y me recosté en los cojines. Había sido un día largo y aún no había terminado con el trabajo.

—Querías hablar.

—¿Qué querían los Anciano...