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Capítulo noventa y siete

AMELIA

Todo el salón se quedó en un silencio tan profundo que se podía oír caer un alfiler. Por supuesto, había estado esperando esto. Habría sido una tonta si no lo hubiera hecho, pero el silencio era inquietante de todos modos. Luché contra el impulso de acobardarme, de retroceder. En cambio, man...