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Capítulo noventa y tres

DAMIAN

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —golpeé agresivamente el volante, mi mente nublada por los pensamientos. ¿Cómo me metí en este lío? Monique estaba loca, y yo caí directamente en sus garras.

Conduje como un loco todo el camino a casa. Podía sentir mi corazón acelerado mientras agarraba el volant...