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Capítulo ochenta y tres

AMELIA

Me sentí cautivada de nuevo en el momento en que abrí los ojos. El reloj ornamentado en la pared me indicó que eran las 8 de la noche. Sintiendo que había descansado bien después de mi pequeña siesta, me deslicé fuera de la cama. Damian no estaba a la vista. Salí afuera y todos los pensamien...