Read with BonusRead with Bonus

Capítulo sesenta y tres

AMELIA

—¿QUÉ?

Pude ver físicamente cómo mi confesión golpeó a mi madre como un tren. Sus ojos estaban abiertos como si hubiera visto un fantasma.

—Dime... esto no es verdad —dijo.

Abrí la boca para decir que no era verdad, para mentir y salir de esta situación, pero sabía en el fondo que no tení...