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Capítulo sesenta y uno

AMELIA

Todavía estaba disfrutando del resplandor postcoital cuando el sonido de una puerta cerrándose me hizo despertar por completo. Me senté. A mi lado, Damian se movió.

—¿Qué pasa? —dijo.

Sus palabras estaban interrumpidas por bostezos que intentaba reprimir sin éxito con una mano.

—Es mi mad...