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Capítulo treinta

AMELIA

—¿Viniste directamente de la panadería?

La voz tranquila de Damián casi me hizo saltar del sofá por la sorpresa. Como siempre que llegaba a casa, me dejé caer en el sofá de la sala y comencé a masajearme los pies doloridos. Damián nunca estaba a la vista cuando regresaba. Se especializaba e...