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Capítulo veintiséis

AMELIA

Mi corazón se detuvo por un segundo al oler su perfume y sentir cómo las sábanas se deslizaban lentamente de mi cuerpo.

—Damian —susurré, porque estábamos en la oscuridad y parecía apropiado susurrar en la oscuridad—. ¿Cómo... cuándo entraste aquí?

Mi última palabra terminó en un gemido...